Lo primero que voy a decir es lo siguiente: *AAAHHH* (léase como grito desesperado).
Eso resume toda la reseña de este libro.
Ok no, pero básicamente esta ha sido mi reacción durante los 46 capítulos, las 454 páginas que conforman esta genialidad de libro.
Había escuchado muchísimo sobre la saga ACOTAR, y sobre Sarah J. Maas, este es el primer libro que leo de ella, y ¡Oh, Dios Mío! ¿Por qué me había tardado tanto en leerla?
Hice un poquito de investigación previa y, a como lo suponía, me hice unos cuantos spoilers necesarios para la causa, digamos que gracias a esos spoilers en específico fue que me decidí finalmente por empezar este libro y que bueno que lo he hecho.
Lo primero que encontré sobre ACOTAR (por sus siglas en inglés) fue que la novela era un retelling del cuento original de La Bella y La Bestia, lo cual me emocionó bastante porque es uno de mis cuentos favoritos y anteriormente había leído otros retellings del cuento, aunque en una circunstancia más moderna y bastante apegados a la historia, pero lo que me he encontrado al iniciar ACOTAR ha sido una sorpresa GIGANTE. Como dicen llegué buscando cobre y encontré oro.

Una Corte de Rosas y Espinas nos cuenta la historia de Feyre, una chica de diecinueve años, lo cual me pareció genial puesto a que la mayoría de los libros dentro del género del Young Adult, normalmente, nos presentan personajes un poco más jóvenes, la mayoría entre la edad de los 15 a los 18 a lo mucho, así que ver un personaje principal un poco más maduro me pareció un toque buenísimo. Feyre es humana, lo cual es bastante importante recalcar porque el mundo de ACOTAR es realmente una tierra fantástica llena de criaturas inmortales, el mundo mortal de Feyre se encuentra dividido del mundo inmortal por un gigantesco muro que nadie en su sano juicio quisiera traspasar, a no ser que lo que estuvieses buscando sea la muerte más que otra cosa.
Lo primero que sabemos de Feyre es que se está muriendo de hambre, tanto ella como sus dos hermanas mayores y su padre. Están sumidos en una pobreza extrema en donde lo único para comer que tienen es literalmente lo que sea que Feyre encuentre en el bosque, y si no regresa a casa con una presa entre sus manos, simplemente no consumen nada hasta que ella regrese con algo.
Así es como, junto a Feyre, nos adentramos a lo más profundo del bosque, un temible lugar que ningún humano, por más cazador experimentado que sea, se atreve a pisar debido a la cercanía que tiene con el gran muro, la frontera entre el mundo humano y Prythian, el mundo de los inmortales.
Feyre, al igual que la mayoría de los humanos, tienen la idea de que Prythian es un lugar espantoso lleno de perdición en donde a ningún humano le gustaría estar, repito, a no ser que la intención de ese humano sea específicamente morir. Una tarde de invierno, en donde la familia de Feyre no había comido absolutamente nada desde hacia ya una semana, y absorta en completa desesperación, Feyre se adentra a lo más profundo del bosque en busca de alimento, es aquí en donde encuentra un ciervo, alegre por la idea de poder comer algo que le podría durar cerca de un mes a su familia, alista la flecha y la coloca en el arco con la intención de dar caza al animal, hasta que frente a ella, ve un lobo, pero no cualquier lobo, sino un lobo gigantesco, un lobo inmortal.
Debido al gran odio que Feyre le tiene a los inmortales, no lo piensa dos veces antes de sacar la única flecha de fresno que tiene, que además es la única arma mortal conocida en su contra, y le dispara al lobo, haciéndolo caer en el instante, y le lanza una segunda flecha tradicional en el ojo, matándolo completamente.

Feyre no solo regresa a casa con el ciervo, sino también con la piel del lobo inmortal para venderla en el mercado, pero esa noche, al regresar a la choza en donde vive su familia con bastante dinero como para unos meses, una bestia con forma de oso con unos cuernos enormes irrumpe en su hogar exigiendo la vida del inmortal que Feyre arrebató a sangre fría, pues este no había atacado a Feyre y aún así, ella lo mató en el acto.
La bestia le da dos opciones a Feyre, morir ahí mismo desgarrada y descuartizada por sus garras, o vivir el resto de su existencia dentro de Prythian. Feyre decide irse con la bestia al mundo de los inmortales, dejando atrás a su familia, pagando así su deuda, una vida por otra vida, y aunque ella pensaba que Prythian era una tierra extremadamente peligrosa para los humanos, se da cuenta de que no es tan malo como se lo habían pintado, y es entonces cuando llega a una propiedad gigante, un palacio perfectamente limpio, con jardines llenos de flores y mucha vida, y frente a ella la bestia que exigió su vida a cambio de la del inmortal asesinado, se transformó en una persona de carne y hueso, un Alto Fae de Prythian.
Esta es una de las cosas que me encantan de esta novela, o más bien, de este mundo fantástico. Las criaturas.
Los Altos Fae son seres feéricos, es decir, son como elfos con cuerpos iguales a los humanos, aunque sus orejas son puntiagudas y su vitalidad, fuerza y destreza es cien veces superior a la de un humano. Esta especie está repartida por todo Prythian, que se divide en siete Cortes reales.
Son, la Corte Primavera, que es en donde nos encontramos y en donde se desarrolla la mayoría de la historia. La Corte Otoño, la Corte Verano, la Corte Invierno, la Corte Amanecer, la Corte Día y finalmente, la Corte Noche. Cada corte está liderada por un Alto Fae que es más poderoso que el resto, un Alto Lord.
Tamlin, el Alto Lord de la Corte Primavera, es quien pide la vida de Feyre a cambio de la vida del lobo inmortal que no era precisamente un lobo, sino Andras, uno de sus emisarios y amigo. Una vez dentro del palacio, conocemos a uno de mis personajes favoritos de toda la novela, Lucien, otro Alto Fae, y mejor amigo de Tamlin.

Aquí es donde Feyre se da cuenta de algo que será muy importante en la trama, todos los inmortales en el palacio usan máscaras de carnaval. Absolutamente todos, incluidos los sirvientes, jardines y cocineros. Tamlin le explica que se debe a una plaga que se está esparciendo por todo Prythian y que hace cuarenta y nueve años que no pueden sacarse las máscaras debido a esa enfermedad que está carcomiendo todo a su paso, debilitando la mágia.
Este libro tiene que todo, hay fantasía a más no poder, pero también hay mucha acción, magia, romance y odio.
Algo que me ha encantado es precisamente el villano de la historia: Amarantha, una Alta Fae de lo más diabólica. En pocos libros había visto a una villana tan bien hecha, es que la mujer es el demonio encarnado, completamente. Es de esas villanas que 100% disfrutan del sufrimiento ajeno, y aún más ser la que cause ese sufrimiento.
También debo mencionar a Rhysand, el Alto Lord de la Corte Noche, y uno de los Altos Fae más poderosos de Prythian. Lo conocemos en el Calanmai, o La Noche de los Fuegos, una fiesta de lo más inusual en la Corte Primavera, rescatando a Feyre de unos inmortales que al parecer querían propasarse por ella, pero no conocemos su nombre hasta unos capítulos después cuando Rhys aparece sin invitación al palacio de Corte Primavera y le arma un numerito a Tamlin en donde lo humilla por completo, haciendo enojar bastante a Feyre que para este momento ya había desarrollado un enamoramiento muy fuerte por el Alto Lord de la Corte Primavera.
Todos los monstruos han sido liberados de sus jaulas esta noche, sin importar a qué corte pertenezcan.
Fragmento de Sarah J. Maas, Una Corte de Rosas y Espinas.
Cabe mencionar que Amanaratha es la única y verdadera villana de este primer libro, y aunque al principio ODIÉ demasiado a Rhysand, ya es bastante insoportable, pretencioso e idiota, si es bastante obvio que todo lo que hacía era para salvar a su pueblo, y cuando Feyre se ve envuelta en las tres pruebas de Amarantha, Rhys hace todo lo posible por ayudarla, e incluso la salva en más de una ocasión, lo que nos da pie a otro punto muy importante.

Rhysand y Feyre hacen un pacto. Luego de la segunda prueba de Amarantha, Feyre queda tan mal herida que cree que va a morir en cualquier segundo, su brazo quedó completamente destrozado, y comenzaba a tener fiebre debido a la infección que parecía empezar a recorrerla. Rhysand le ofrece un trato, le salvaría la vida, a cambio de su alma. Feyre debería pasar una semana al mes en la Corte Noche, todos los meses de su existencia. Por la desesperación y convencida por las palabras de Rhysand, Feyre acepta, pactando así un trato que probablemente le cambiaria la vida por completo. El pacto deja en ella un tatuaje en su mano y brazo, esto debido a que Rhysand le dice que en su corte se sellan los tratos en la piel, para siempre.
Al principio de verdad quería odiar a Rhysand, específicamente porque él fue uno de esos spoilers necesarios que leí antes de iniciar el libro. Se que van a venir cosas súper interesantes en las siguientes entregas. Sarah J. Maas ha creado un mundo increíble, y no puedo esperar por leer todo lo que va a suceder en los próximos libros.

5/5 ⭐️